viernes, 7 de enero de 2011

Humanidad y egoísmo

Humanidad y egoísmo, simbiosis "necesaria", casi innata. Y así con tantas otras cosas, con insensibilidad, con crueldad, y con una estupidez que roza la demagogia especista apelando a la tradición, al miedo y al desprecio por la naturaleza, cuando no se mete de lleno en ella y se empapa a base de bien.
¿Estoy generalizando?.
Pues miren, si, lo hago. Pero luego estarán los que se den por ofendidos y los que no. Allá cada uno con su conciencia y sus demonios.
Y a qué leches viene todo esto, se preguntará la poca gente que pase por aquí ocasionalmente.
Pues bueno, a varias cosas: la visualización de tantos cachorros con motivo de las Navidades, los cuales serán recogidos seguramente dentro de unos pocos meses por los laceros o por alguna protectora (dicho sea de paso, dudo de que algunas vayan a hacer nada por ellos salvo que el pobre perro tenga ya un par de patas en la tumba), y eso cuando no sean entregados directamente por sus "dueños" en esas casas de la tortura, o acaben tapizando la carretera, colgados de un árbol como una fruta o en el fondo de un pozo de los deseos de no volver a ver más a un perro hasta las próximas fiestas/ antojo de el miembro X de la familia.
Otro motivo es ver que las cosas siguen como siempre, ni nuevos pópositos para el nuevo año ni nada que se le parezca, o al menos, en lo relativo a dejar de ser tan malos bichos como ya somos.
Todos quieren dejar el tabaco, adelgazar, sacarse las oposiciones o ponerse un pendiente en el pene, pero nadie se plantea cambiar su forma de pensar con respecto al mundo y el resto de los animales.
El tercer motivo tiene que ver con algo que hace que se me vuelva la sangre negra: el hecho de que la gente vea un perro/gato/lo que sea abandonado y se limite a pasar y a decir pobrecito, creyendo que ya ha cumplido con su dosis de empatía, ternura y bondad para lo que resta de día.
Otra cosa tiene que ver con algo acaecido un par de días atrás, cuando volvía con una compañera que había conseguido coger a un galgo medio muerto por un grupo de casas. Allí nos encontramos a otro perro, el cual fue espantado por una vieja (nada de señora mayor, eso es demasiado respetable y educado para una mala pécora de ese calibre) que tras preguntarnos si recogíamos perros, nos ofreció al suyo, ya que no quería pagar mas gastos veterinarios derivados de la enfermedad que sufría el pobre animal, y había decidido matarlo a palos en un descampado.
Tal y como lo cuento, dicho en nuestra puta cara.
Y bueno, para cerrar, necesitaba desahogarme.
Cada día se hace más difícil ver que el mundo avanza ciego hacia la destrucción propiciada por él mismo, y que arrastran a todo y a todos con él.